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Carmona, un mar de tierra
No vengas a Carmona…
porque sus murallas susurran historias
que podrían atraparte,
porque sus atardeceres tiñen de oro las piedras
y no querrás mirar otro cielo, porque sus plazas
guardan silencios que se convierten en poesía,
y sus vinos antiguos despiertan memorias
que no sabías que tenías.
No vengas…
porque aquí el tiempo se detiene,
y cada rincón te invita a sentir más que a ver,
a vivir más que a pasar.
No vengas a Carmona,
a menos que estés dispuesto
a perderte en su belleza,
a dejar que la emoción se convierta en tu brújula,
y a descubrir que hay lugares que no se visitan…
se aman para siempre.

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